Filosofía

Rodeados de montañas cargadas de enigmáticas fuerzas (energía cósmica),* en Tlayacapan estamos en armonía con la madre naturaleza, porque para nosotros merece respeto desde una frágil mariposa, la luciérnaga, un colibrí, las flores silvestres, desde un pequeño arbusto hasta un robusto encino, un fresno, un pino... ¡Cuánto más nuestro hermano el hombre!. El aire fresco que penetra nuestros sentidos sale en nuestro aliento convertido en música, música que acompaña la tradición, música que es nuestra vida. Entonces, nuestra música creada en las ideas, inspirada en los paisajes, en la lluvia, en la naturaleza, en los rituales, en los festejos, en la vida diaria... es nuestra memoria histórica cargada de emociones, son los sentimientos de nuestros antepasados que se manifiestan en nosotros los músicos para llegar a ustedes, a sus corazones.
Nosotros somos rústicos, la vida en nuestro pueblo es apacible, sabemos contemplar en el crepúsculo el arcoíris y soñamos...

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Ser músico es algo más que serlo, es ser guardianes de la tradición, es ser semilla que se siembra y encierra la continuidad. Ser músico es más que tener los instrumentos en la boca, es más que tocar al ritmo que te indiquen. Ser músico nos da el mensaje de la vida, porque a través de la música manifestamos nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestras alegrías, nuestras tristezas, nuestra imaginación.

Ser músico es un compromiso que va mas allá de si mismo, es un compromiso con otros músicos y con la comunidad, porque la música es eso, un elemento que une, que integra, que genera identidad, por eso decimos que ser músico es un compromiso con nuestro pueblo.

Nosotros sólo pedimos que el tiempo nos sea justo y que la madre tierra que nos protege nos abra el espacio favorable para poder transitar en todos los territorios, en cualquier punto, en cualquier lugar, en cualquier espacio, que es el espacio común de la especie humana.